Presentación

"Valga este blog para arrancar cincuenta minutos al día para mí. A solas, con mis pensamientos, mientras camino del portal de casa al final del pueblo, y del final del pueblo al portal de casa. Cincuenta minutos exactos, sino me encuentro a alguien conocido y paro para una parrafada.

Siempre me ha gustado caminar, diariamente, pero los derroteros vitales me han empujado a una larga temporada de vehículos a motor. Pero ahora el cuerpo me pide piernas, movimiento, y aire fresco."

lunes, 18 de agosto de 2014

Enredando con la buena compañía (hablando de amores, tercera parte)

(Quien va contigo, ¿es compañía en la ruta o ruta en sí? )

La compañía, mmm, la buena compañía, qué importante es para la buena vida. Y sin embargo está tan infravalorada...
Solemos decir que una no puede dar lo que no tuvo, y en temas de compañías, estamos todas tan escasas, que ni somos conscientes de ello. Hasta que la vida nos pone en el tramo en el que tenemos que ser buena compañía para nuestras criaturas, y nos replanteamos todo de nuevo.
Las criaturas humanas, en el mundo occidental, tienen una crianza tan solitaria, a pesar de estar rodeadas de gente, que ya hemos perdido el norte de lo que es estar en buena compañía.

Acompañar, ser acompañadas, sentirnos en buenas manos. Esa presencia, que no invade, que no manipula, que no dirige, que solo está y ya es mucho.

Quien va conmigo, sino hablamos de pareja, es compañía en la ruta. Son esos ánimos incondicionales cuándo flaqueamos, son esas presencias con todo el trabajo personal que hay detrás, son esas respuestas a los correos, a las llamadas, ese estar pendientes, ese cuidarse, mimarse, los detalles. Me considero muy afortunada en haber encontrado personas así, porque sé que no es fácil. Estamos todas tan dañadas "de serie". Y yo me preocupo mucho de estar a la altura, porque la buena compañía va de la mano con la reciprocidad, y esa, sí que es bien difícil de encontrar.

La compañía no es hablar sin parar, no es proponer mil soluciones, sino saber estar ahí para que las soluciones fluyan. Es un puerto abrigado para descansar de las tempestades vitales.

En la crianza, un bebé nos enseña enseguida lo que es la buena compañía, porque él necesita teta, brazos, y cuerpo caliente, nada más, y nada menos. Y a partir de ahí y en su viaje al mundo, a la exploración, cuándo ya se va despegando poco a poco, la compañía es siempre esa disponibilidad física para cuándo se lleva el coscorrón, o se asusta cuándo su campo visual no alcanza a mamá.

Quien va conmigo, si hablamos de pareja, no es compañía ni ruta en sí porque está tan dañado que no puede ni ser compañía para sí mismo. Pero eso, ya es otro cuento largo... el daño irreparable.



(mmmm una deliciosa taza de té verde con hierbabuena fresca puede ser un buen comienzo de buena compañía...)

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