Presentación

"Valga este blog para arrancar cincuenta minutos al día para mí. A solas, con mis pensamientos, mientras camino del portal de casa al final del pueblo, y del final del pueblo al portal de casa. Cincuenta minutos exactos, sino me encuentro a alguien conocido y paro para una parrafada.

Siempre me ha gustado caminar, diariamente, pero los derroteros vitales me han empujado a una larga temporada de vehículos a motor. Pero ahora el cuerpo me pide piernas, movimiento, y aire fresco."

viernes, 3 de octubre de 2014

Marchando una de crianza natural... (primera parte)

Y llega alguien (en este caso, una periodista de La Opinión) y me pregunta a bocajarro qué es la crianza natural, y porqué la defiendo. La verdad, tuve que pararme a reflexionar un rato, y realmente preguntarme a mí misma, a día de hoy, que es para mí, y como lo argumento después de tanto rato dándole vueltas y ya para doce años de experiencias personales.

Leí hace poco (y mi mente de agüela no suele recordar quién ni dónde lo dijo, lo siento) algo tan bonito como "qué tiempos estos que corren, que hay que defender lo obvio"... y algo pasa similar con todo lo que voy a contar a continuación. No deberíamos tener que defenderlo, porque en las sociedades dónde verdaderamente se guardan las cualidades humanas básicas, la crianza, ni se cuestiona.

(aviso a personas caminantes pensadoras, que a continuación hablaré de necesidades biológicas del ser humano, no de opiniones, ni opciones...)

Si tengo que empezar por algún sitio, creo que el enfoque está en el adulto-centrismo. Desde el momento en que dejamos de pensar en nosotras mismas, y sentimos y somos conscientes que traemos una vida, con unas necesidades biológicas concretas y que no es otra cosa que la simbiosis con el cuerpo materno, estaremos en el eje correcto para que la maternidad, y la crianza, sean lo que son en realidad, una parte fundamental de la vida sexual de la mujer, y un auténtico placer vital.

No existe imagen más bella que una mujer que está disfrutando de su embarazo. Está llena de luz, la vida la abraza y su conexión con la naturaleza es brutal. Todas las mujeres deberíamos tener derecho a disfrutar un embarazo así, sin la tensión de los controles médicos excesivos, sin que nadie interfiera contagiándonos sus miedos, con pleno derecho a sentirnos por un rato, diosas de la vida. La realidad occidental del embarazo, todas lo sabemos, es totalmente opuesta. No solo, la mujer embarazada no puede dejar su ritmo vital y está en mil cosas, con la desconexión que eso produce, sino que se la bombardea con mil informaciones y se la acosa con cien mil mandatos (hazte una ecografía, que te midan el latido fetal, gimnasia, natación, aprende a respirar para el parto, hazte una prueba de glucosa, cúidate las piernas, mírate la dentadura, ojo con los pezones, hay que hacer natación para embarazadas, la alimentación....).


Quizá las mujeres en general no nos paramos suficientemente a entender y aprender otro tipo de implicaciones del embarazo, y desde luego no es una información que circule fácilmente, porque eso nos haría mucho más dueñas de la situación, y no nos infantilizaría en las salas de partos de los temidos hospitales.

Y en este punto me he parado durante unas semanas, porque creo que hay que empezar por el principio, y el principio se resume en esta preciosa foto con la correspondiente cita del Casilda Rodrigañez, el principio, sin duda, es el útero...



("Para parir con placer, hemos de empezar por explicar a nuestras hijas que tienen útero, que cuando se llena de emoción y de amor palpita con placer. Las mujeres tenemos que contarnos muchas cosas, De mujer a mujer, de mujer a niña, de madre a hija, de vientre a vientre")

Ah, el enlace al artículo reseñado que salió finalmente... poco más se puede hacer en diez minutos al teléfono, y definitivamente, no dió tiempo a hablar de úteros...

El artículo de La Opinión.


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